domingo, 8 de enero de 2012

Que quiero oír el mar



Las olas perfuman el ambiente. El sol ríe, cuando las esquivas nubes se lo permiten. Se despide. La brisa canta, entona una melodía suave, sin ritmo. La arena vuela, se desliza de un lado a otro, llevando consigo sentimientos, pensamientos, emociones. El agua esconde una Luna plateada, tímida y enamorada, aunque ilumina las intensas flores que se asoman entre emoción y emoción.
Hay algo que chirría, que no va bien, que no encaja. Se oye, como en un sueño, la burla de un delfín travieso. No es eso. Las gaviotas se aprovechan de peces despistados que pasean demasiado cerca de la superficie. Sigue faltando algo. Nieblas quejumbrosas parecen sollozar un poco más adentro con almas heridas de un amor traicionero. Ya está.
No juega, no susurra, no habla. Está triste, llora. Necesita ayuda.

Sonríe, por favor, que quiero oír el mar.

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